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EL ALCALDE COLOMBO-RUSO ELECTO DE TUNJA QUE ROMPE EL PARADIGMA DE LA POLITIQUERÍA Y LA CORRUPCIÓN

Por Álvaro Sepúlveda Franco, noviembre 10 de 2023

 

Una de las mayores sorpresas de las elecciones regionales del 29 de noviembre en Colombia ha sido la elección, con voto de opinión, de un alcalde colombo-ruso en la ciudad de Tunja, Mikhail Krasnov, nacido hace 45 años en Srátov, población de la antigua Unión Soviética y hoy territorio de la Federación de Rusia. Estudió Economía en Alemania, en la Universidad Humboldt de Berlín, y luego, de vuelta a Rusia, cursó una Licenciatura en Español para extranjeros y cuatro maestrías: en Economía, Pedagogía, Sociología y Relacionales Internacionales. Una de sus tesis es sobre economía sociológica. Además del ruso y el español, habla alemán, serbocroata, inglés y polaco. Proviene de una “dinastía de maestros” que enseñaron en Europa, es hijo de un funcionario ministerial ruso y de una tecnóloga de origen ucraniano, y nieto de abuelos alemanes también profesores. Ha escrito varios artículos, y hasta hace un año, cuando inició su campaña a la alcaldía, ha sido profesor universitario.

Llegó a Tunja hace casi 16 años como estudiante de intercambio por un semestre a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, UPTC. Dice que no planeó quedarse. Llegó y se sintió muy a gusto, conectado espiritualmente con la ciudad y su entorno, como si hubiera nacido acá. Incidió mucho que es una ciudad universitaria, un ambiente académico que es el suyo, además de tratarse de una urbe intermedia: ni demasiado pequeña como para aburrirse ni demasiado grande como para estresarse. Todo lo del lugar le gusta, incluso la carranga y la ruana, de las que tiene dos, pero no las usa como símbolo boyacense, como tampoco le agrada usar los símbolos en la política. Se considera un ciudadano tunjano de pleno derecho, con libreta militar del Distrito 7 de Tunja, de modo que no dudó en iniciar allí una carrera docente.

Durante estos años ha estado observando cómo en Colombia la politiquería y la corrupción invaden todos los ámbitos, incluidos los universitarios. “Cuando la corrupción ocupa las mentes, sobre todo en la gente joven, es peligroso; acá la corrupción es norma social y la honestidad es patología”, comenta. También ha dicho que este país no hay ideología, sino roscas, y que los políticos tienen la sabiduría para robarse la plata sin irse a una cárcel. Él no cree en la política como negocio, y posee la suficiente humildad para reconocer que no es el único honesto, pues respecto de la corrupción siempre hay excepciones.

En octubre del año pasado tomó la decisión de ser candidato a la alcaldía, y tres meses después registró un movimiento independiente, “Innovación ciudadana”, en nombre del cual estaba recogiendo firmas, pero, para no pagar la elevada cifra de la póliza ($43´000.000), buscó obtener el aval de un partido que no estuviera desgastado políticamente, “Fuerza de la Paz”. Hizo una campaña austera, de menos de 30 millones de pesos, con recursos provenientes en parte de sus ahorros y en parte de microaportaciones en efectivo. Lo apoyaron algunos candidatos al concejo con los cuales empatizó y espera trabajar con los que hayan resultado elegidos Afirma que en su administración sólo entrarán funcionarios con perfil profesional, académico y técnico, no por ser “buena gente”, parientes, amigos, compatriotas rusos o donantes.

Su principal táctica electoral fue la conexión directa con el dueño del voto, sin intermediarios “porque detrás de cada “votico” hay una persona, alguien con expectativas, con sueños”. No compró vallas (que “cuestan 20 millones por mes; con eso se crea una empresa”) ni volantes ni propaganda audiovisual; tampoco organizó reuniones multitudinarias ni se sirvió de líderes barriales. No está de acuerdo en invertir en la campaña electoral cifras astronómicas, 4.000 o 5.000 millones, para luego cobrar esa inversión desde el cargo. La campaña se ha hecho sin dinero, con debate, con marketing, con credibilidad. Señalaasombrado que “Es más costosa la campaña a la alcaldía de Tunja que a la de Berlín, que tiene 13.5 millones de habitantes; allí hay dos o tres debates, las tendencias políticas están claras, y sólo tres semanas antes de la elección se permiten vallas”. Mantuvo relaciones cordiales con sus contendores, aunque partir de cierto momento, cuando iba punteando en las encuestas, empezó a recibir ataques y a ser objeto de bulos y calumnias, como decir que no tiene títulos universitarios o fijar letreros que decían “No a los extranjeros”.

Obtuvo 27.330 votos, el 31.5% del total, ganándole al candidato favorito John Ernesto Carrero, avalado por los partidos Verde y En Marcha, y a Vicente Aníbal Ojeda, de los partidos Liberal y Conservador. Ganó en casi todas las mesas, en todos los estratos sociales, en el sector urbano y en el rural, en el norte y en el sur. Esto fue posible porque, según él, “las campañas se están modernizando en Colombia; la gente ya no se vende por un tamal: está cansada de la política tradicional”. Y agrega que aquí es habitual que, luego del primer año, el alcalde se compra una camioneta Toyota de 400 millones, y a la gente eso le parece normal: “Sí, es el alcalde”, dicen. En síntesis, es mucho el cansancio del pueblo con la política tradicional, que es una de las razones que no permiten el desarrollo económico y social para todos, sólo para unos pocos.

Algunos de sus votantes confiesan que lo apoyaron porque esperan un cambio de alguien al que ven lejano de la corrupción y con ideas políticas no tradicionales; además, porque creen que con el “Profe” Tunja se va a internacionalizar. Fue un voto de protesta contra la corrupción, la politiquería y los partidos de siempre. Por eso no hará ceremonia de posesión con alfombra roja, y ese dinero ahorrado lo invertirá en programas como el de Alimentación Escolar los primeros días.

Llegará al poder municipal libre de deudas y compromisos políticos, y quiere acabar con prácticas como las de querer ganar una alcaldía para vender secretarías o contratos. Entre sus tareas prioritarias estarán debilitar los lazos de la corrupción, facilitar la entrada de nuevas corrientes políticas y abrir el camino para otros candidatos jóvenes en cuatro años. Nombrará en su gabinete a varios académicos con experiencia en la administración, bajo la doble premisa de que el puesto de alcalde es administrativo y de que “los académicos podemos hacer mejor gobierno que los políticos”. No pediría coimas (porcentajes por asignar un contrato o por designar a alguien en un puesto), pues le parece algo muy miserable.

Ha pensado en algunos nombres, que no puede mencionar por ahora, para varios cargos. Del proceso del empalme se verá qué personas, y en qué puestos, de la anterior administración colaboraría en la nueva. Nombrará a gente que quiera trabajar, que sepa y que comparta una visión para el bien de la ciudad. Nada de favoreces políticos. Espera que lo convenzan con hojas de vida, y que traigan proyectos para examinarlos, y si no hay dinero, se buscará en el país o en el exterior. El eslogan de su plan de gobierno es “Conectemos Tunja con el mundo”, para lo cual sirve ser políglota: “Hablo varios idiomas, me sé relacionar con extranjeros”. Aspira a establecer contactos con empresarios, embajadas, cámaras de comercio, bancos, etc.

Para el alcalde electo Krasnov, los otros candidatos no tenían una visión del desarrollo, y “hay que planear a Tunja a 50, 100 años, y considerar las variables geográficas, económicas, sociales… Tunja hace parte de dinámicas mundiales”. Como economista, ha estado dictando clases sobre enfoques regionales del desarrollo social, y conociendo los índices económicos de Tunja. “Tenemos mucho potencial que no se aprovecha”, dice. Su proyecto nació en la discusión con los colegas.

El punto clave de la visión es traer el desarrollo económico a Tunja, donde casi no hay empleo y donde la tercera parte de los trabajadores pertenecen al sector público. “Empleos significa ingreso, ingreso es gasto, y eso fortalece el mercado, hace crecer la economía; pero hay que traer los primeros inversionistas”, afirma, y luego asevera que lo que hace competitiva a Tunja es que tiene vías de comunicación con otras regiones, además de que está cerca de Bogotá, lo cual implica un mercado de 10 millones de personas. Hay mal estado de las vías, inseguridad y desempleo, todo ello consecuencia de la falta de desarrollo económico, resultado a su vez de las malas administraciones anteriores. Aprovechará las tecnologías modernas, solicitará ciclovías, destaponará la ciudad, arreglará el estado de la malla vial, se servirá del ferrocarril y armará un buen equipo de abogados para legalizarlo porque está en una concesión. La alcaldía pondrá la maquinaria, el pavimento, haciendo convenios con la Facultad de Ingeniería y Vías, pues en las universidades hay suficiente mano de obra calificada. Lo que hace falta es la inversión financiera, y se valerá de que, siendo economista, comprende el lenguaje de los empresarios. Lo importante será evitar que se roben el dinero de las obras, pues, como suele repetir, “La plata alcanza si no se la roban”.

Parte del principio de que “estamos mal y toca trabajar juntos; si no lo hicieron los políticos de antes, hay que hacerlo ahorita”. Los alcaldes suelen asustar a los empresarios pidiendo la coima (el cvy, “cómo voy yo”). Su idea es atraer inversión empresarial y poder crear puestos laborales para que la gente tenga la oportunidad de un empleo sin lagartear, es decir, sin humillarse ante un político o terrateniente para conseguir algo que no puede de manera meritocrática.

Aunque el 87% de Tunja es rural, no está tecnificado, y por eso el alcalde colombo-ruso propone adelantar la tecnificación agrícola, además de fortalecer el corredor del desarrollo, la vía Tunja-Sogamoso-Bogotá, paso obligado de los transportadores de víveres que llegan al resto del país. También se impone impulsar una economía agrícola mixta: desarrollar el turismo agrícola (hoteles, zoológico de contacto: donde los niños vean los animales e interactúen con ellos), huertas caceras, autoproducción de alimentos. Es –dice– la única forma de desarrollo del campo. En Tunja, a diferencia de otros municipios, las fincas son de una o dos hectáreas, minifundios. Actualmente es difícil hacer agricultura competitiva porque casi todo se importa del exterior, dado que Colombia depende en gran parte de las importaciones. Le apuesta a unir las labores agrícolas con la inversión privada. En estas propuestas, coincide con la reforma agraria planteada por el gobierno central, puesto que “sin reforma no va a haber desarrollo del campo”.

Por último, admite que es preciso establecer espacios para trabajar sobre proyectos con el gobernador Amaya y con el presidente Petro, al margen de ideologías, con el fin de adelantar proyectos que traigan bienestar, seguridad y prosperidad para Tunja, Boyacá y Colombia.

Ojalá que todos aspirantes a cargos de responsabilidad pública como JALs concejos, asambleas, congreso, alcaldías, gobernaciones, presidencia, se postularan candidatos y candidatas con principios ético-políticos y con las ganas de trabajar por el bien común similares a las de este profesor colombo-ruso. Se suele llamar outsider a las personas “que están al margen o fuera de las tendencias más comunes”, y el señor Mikhail Krasnov es uno de ellos, como lo fue hace unos años en Colombia el también profesor universitario y filósofo lituano Anthanas Mockus, a quien, por lo demás, aquél admira. Pero en las elecciones del 29 de octubre las mayorías nacionales llevaron con su voto a los cargos ejecutivos y legislativos locales a innumerables politiqueros con las mañas de siempre: gamonalismo, clientelismo, nepotismo, compra de votos, coacción al sufragante, superación ilegal de los topes financieros de las campañas, etc.; todo lo cual se espera que cambie para bien en las próximas contiendas electorales.

Y ojalá que hubiera más académicos que incursionen en las arenas políticas con planteamientos novedosos, disruptivos con la tradición corruptocrática, plutocrática, nepotista y antidemocrática de los últimos dos siglos de vida republicana. Pero es lamentable admitir que, con muy pocas y por eso resaltables excepciones, los académicos prefieren seguir apoltronados en la docencia, la investigación teórica-abstracta y los ascensos en el escalafón para aumentar los salarios, manteniéndose apáticos respecto de sus entornos sociales, económicos, políticos, incluso aquellos cuyo trabajo gira alrededor de estas temáticas; y es de esperar y aplaudir que esta situación también mejore en el futuro.